La primera ley básica de la estupidez humana afirma sin ambigüedad que:
• Siempre e inevitablemente todos infravaloramos el número de individuos estúpidos en circulación.
Al principio la sentencia suena trivial y horriblemente poco generosa. Un escrutinio más cercano, sin embargo, revelará su realistica veracidad. No importa cuan alto puede uno estimar la estupidez humana, uno es repetidamente y recurrentemente sorprendido por el hecho de que:
a) gente a quien uno había juzgado racional e inteligente resulta ser desvergonzadamente estúpida.
b) día tras día, con incesante monotonía, uno es agobiado en sus propias actividades por individuos estúpidos que aparecen de pronto e inesperadamente en los lugares más inconvenientes y en los momentos más insospechados.
La Primera Ley Básica me impide atribuir un valor numérico a la fracción de gente estúpida dentro de la población total: cualquier estimación numérica resultaría ser subestimada. Por eso en las siguientes páginas denotaré la fracción de gente estúpida relativa a la población con el símbolo σ.
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