Me encanta el olor que emana al abrir un libro nuevo. Me gusta hojear periódicos y revistas. Disfruto garabateando cualquier cosa o escribiendo en un papel. Soy informático y claro que he pensado en un futuro sin papel... pero es un futuro que me horroriza porque quizá signifique un mañana sin bosques en el que tendremos que ver los árboles en fotos o en lugares especiales donde mantendrán, en un efimero equilibrio, los escasos ejemplares vivientes que resten.
Por apocalíptico y exagerado que pueda sonar el párrafo anterior, el hombre dirige sus pasos inexorablemente a ese evento final y terrible en que el último bosque desaparecerá. Y el día que muera el último árbol, los restos del espíritu humano morirán con él.
Para cambiar la situación, debemos cambiar. Sí. Tenemos que dejar de pensar en aquellas palabras del Génesis según las cuales Dios nos concedió ser poco menos que reyes de cuanto nos rodea. Quizá fuera verdad que Dios nos otorgó esa potestad, pero no en el sentido que nosotros pensamos: que podemos hacer lo que nos parezca con la naturaleza y con Gaia. No, Dios nos puso arriba para que cuidásemos del resto de su creación. Quizá ese día se nos puso un peso demasiado grande sobre nuestros hombros. Pero así debieramos considerarnos. Guardianes de Gaia, del mundo natural. Todo en ese mundo está interconectado de sutiles formas que raramente llegamos a comprender. En cualquier caso, el daño que hacemos tendrá como receptor final el hombre mismo. Ya es hora de que despertemos, seamos conscientes de nuestra condición de hermanaje con el resto de seres que pueblan y habitan este mundo junto a nosotros. Que paremos en nuestro modo de proceder egoísta en cierta medida impuesto por el sistema social cuya podredumbre arrastramos como cadenas.
No siempre las culturas y las sociedades fueron tan ignorantes como lo somos ahora, como lo es la occidental. Nuestros antepasados fueron más sabios de lo que pensamos. Para muestra de ello, transcribo la contestación del pueblo indio (americano) a las pretensiones del hombre blanco con sus tierras:
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