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La violencia de género no existe


Numerosas Cartas de Derechos Humanos a lo largo de la historia y la propia Constitución Española garantizan desde hace mucho la igualdad de las personas, sin que se vean desmerecidas por razón de género, religión u orientación sexual. Eso garantiza la igualdad de género desde hace ya décadas en muchos países por ley. Al menos en cuanto a igualdad de oportunidades se refiere.

La propia percepción de las relaciones de pareja ha cambiado entre la gran mayoría de las personas civilizadas. No digo que no haya algunos neanderthales de ambos sexos sueltos, pero estos están condenados a una temprana extinción. Las generaciones futuras estarán cada vez mejor preparadas para contemplar sus relaciones de una manera más madura sin arrastrar dependencias malsanas ni el fantasma de la posesión de otro ser humano cuyo espíritu siempre será libre. Ello quizá nos lleve de vuelta a la natural promiscuidad sexual, pero me parece un precio aceptable a pagar siempre que no sea una imposición externa.

Posiblemente eso no acabe con todos los actos de violencia. Son algo inherente al ser humano que debemos asumir con humildad y valentía. Pero el hombre no es el enemigo, como tampoco lo es la mujer. Como he dicho, la violencia es inherente al ser humano sin distinción de sexo. No es algo bonito ni agradable, pero subyace en la capa más baja del cerebro de todos, el cerebro de reptil que aún conservamos en lo profundo, rodeado por la razón pero no encadenado por esta. Casi toda violencia tiene su semilla en el miedo. Y nuestro cerebro de primate está programado para sentir miedo. El miedo, que hace miles de años nos mantenía alerta y nos ayudaba así a sobrevivir de los ataques de felinos o serpientes, persiste bajo nuestra piel. Hoy ya no estamos tan expuestos a estos peligros, pero muchas veces no sabemos qué hacer con nuestras emociones y estas nos sobrepasan, desatan el miedo y esta combinación puede ser muy destructiva. En este sentido, quien agrede es tan digno de compasión como la víctima. Siempre y cuando el acto violento sea pasional. También hay asesinatos en frío con motivaciones surgidas de un interés concreto. En cualquier caso, la violencia es inexcusable si no surge de la instintiva defensa de la propia vida.

Cada vez creo con más firmeza que el camino para minimizar los actos de violencia pasa por diseñar un antídoto eficaz que prevenga ese estado de embriaguez emocional que resulta tan destructivo. Estoy convencido de que no solo reduciría la violencia sino que también acabaría con la depresión. ¿Y cuál es ese antídoto? Te preguntarás. Muy sencillo, lo primero es cambiar el sistema educativo actual en el que solo se tiene en cuenta el intelecto y se desprecian las emociones. La gente necesita disponer de una adecuada inteligencia emocional que algunas veces surge espontáneamente, pero que en muchos casos necesita de aprendizaje y desarrollo. Al principio podría bastar una buena higiene o disciplina emocional que corte de raíz los pensamientos negativos. Porque muchas veces las emociones surgen espontáneamente, pero también pueden aparecer ligadas a un hilo determinado de pensamiento. Tratando la raíz se acaba con su fruto. Así, eliminando el pensamiento, desaparece la emoción. Esto ayuda. Sin duda. Pero la realidad emocional es algo complejo que debe tratarse con seriedad. Con esto no pretendo decir que las escuelas se llenen de psicólogos. Al contrario, pretendo erradicar a los psicólogos o la necesidad de ellos, proporcionándole a la gente herramientas para curarse ellas mismas. Una higiene emocional decente mantiene a raya al miedo, dando más peso al raciocinio sin perder el que puedas emocionarte con algo. Sin miedo, se acabó la violencia. Así de simple, así de complejo.

Intento ser neutral en mi pensamiento, soy partidario de la igualdad de oportunidades, pero muchas mujeres pensarán que como hombre, formo parte del patriarcado opresor. Si de verdad existe un patriarcado opresor, no lo he visto. Pero claro, nuevamente, soy un hombre. Y dirán, no lo ves porque a ti no te oprimen. Y en eso tengo que discrepar. Creo que todos somos oprimidos por unos impuestos arbitrarios sobre los que no podemos decidir a pesar de nuestra capacidad de votar, por un sistema bancario soportado por el estado y sus leyes que nos obliga a endeudarnos de por vida para tener una simple casa, lo que nos obliga a ser poco reticentes a aceptar cualquier tipo de trabajo por mal pagado que esté con tal de poder sacar adelante a la familia o a uno mismo por lo menos. La sanidad y los servicios públicos que en teoría se mantienen con esos impuestos están cada vez más deteriorados en favor de otras opciones de financiación privada. Sobre todo esto prevalecen los explotadores y los fondos buitre, y las leyes que deberían servir al bien común, protegen a quienes nos explotan. En muchos casos, el trabajo remunerado no es más que esclavitud. El estado que debería protegernos, nos oprime en favor del dinero. Eso es opresión. Afecta a todos por igual. No nos engañemos.

La mujer ya no es un ser indefenso y sin recursos. Si por algo la mujer de hoy es discriminada todavía es por su capacidad de dar vida y por ser más vulnerable durante el embarazo y la posterior maternidad. La necesidad de pagar una sustitución durante parte de ese periodo, hace que todas las mujeres, durante un periodo de su vida, sean menos deseables para el mercado laboral. Mujeres de cierta edad y casadas o con pareja de hecho principalmente. ¿Es injusto? Claro que sí. Se han dado algunos pasos, como que el hombre también pueda solicitar la baja por paternidad. Pero siguen sin ser suficientes en países como España. El problema es que no parece haber voluntad política para cambiar esto. Curiosamente el movimiento feminista de hoy prefiere concentrarse en chorradas como el lenguaje neutro y en acuñar nuevos términos como el micromachismo, en vez de unirse para cambiar esto. Y por supuesto, los hombres también pueden y deben unirse. El problema se puede abordar de muchas maneras distintas.

Igualdad de oportunidades sí, igualdad de resultados no. Que las mujeres tengan igualdad de oportunidades es ya una realidad (salvando las diferencias como lo expuesto en el párrafo anterior). ¿Qué persigue ahora el feminismo? Cosas como la igualdad en el número de ministros varones y hembras, igualdad de número en académicos de la Real Academia de la Lengua, igualdad de número entre los jueces, etc, etc.  Y eso no puede ni debe ser. Siempre que se garanticen las mismas oportunidades, debe elegirse para cualquier tarea la persona más capacitada, independientemente de su sexo. La mujer no es una especie en extinción a la que deba proporcionársele mayor protección que al hombre. Si perseguimos la igualdad, darle a la mujer esa especial protección haría desigual e inferior al hombre.

Las mujeres no necesitan nuestra limosna sino que se les de lo que les corresponde como iguales. En ese sentido la ley de violencia de género en su conjunto está generando desigualdad discriminativa que favorece a la mujer frente al hombre. No creo que ellas quieran eso. No es preciso el uso de la prisión preventiva para el hombre. La mujer no está indefensa ni carente de recursos ya. Quien más y quien menos puede irse con sus parientes, algún amigo o a una pensión. Para las pocas que carezcan de recursos, que el estado se los proporcione. Al final saldrá mucho más barato para todos. Y menos engorroso. Y una vez llegado el juicio, que el juez decida como siempre quién se queda en la casa familiar y quien se va. Evidentemente, se tendrán que presentar testimonios y pruebas que determinen la veracidad de los hechos delictivos. Dar mayor credibilidad al testimonio de una mujer es inconstitucional e impropio de un estado de derecho igualitario.

Para terminar quiero dejar clara una cosa. A los políticos no les importáis las mujeres, como tampoco les importamos los hombres. Últimamente ni se molestan en ocultarlo y denostan abiertamente a todo grupo que ose pensar diferente. Solo quieren nuestros votos y están dispuestos a hacer algunas cosas para conseguirlos. No mejorarán sensiblemente nuestro bienestar, pero sí que harán esfuerzos menores de cara a la galería para conseguir tu voto. Y todo esto de la igualdad numérica o la ley de violencia de género, es para ellos una tontería que no les cuesta ningún sacrificio importante, y que están dispuestos a hacer con tal de ganar votos. En el fondo saben que mucha gente vota siempre a su partido y solo tienen que convencer a cierto sector de la sociedad.

En el mundo hay personas oprimidas de verdad. Puede que tengamos que avanzar en algunos sentidos, pero no nos inventemos opresores fantasma. Sería una falta de respeto a los realmente oprimidos. Si ves opresión a tu alrededor hacia ti o hacia otras personas, busca apoyo y únete con cuanta más gente mejor y defiende al oprimido. Denuncia lo que está pasando. Eso es bueno. Pero antes de acudir a un evento del que desconoces a la entidad organizadora, investiga y preguntate si esa entidad defiende lo mismo que tú o si hay personas enriqueciéndose a tu costa. En cualquier caso, piensa por ti mismo y busca en tu interior si tus creencias son tuyas de verdad o si las adoptaste sin mediar reflexión. Cuida de no dejarte definir por otros. Sé tú mismo.

PD.: Gracias por llegar hasta aquí. Por favor, antes de comentar, léelo al completo.

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