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La realidad del discurso único

Llevaba bastantes años sin ver la tele. Pero lo que se dice sin ver la tele nada de nada, salvo momentos puntuales, cuando por algún motivo entraba en una habitación donde algún familiar estaba viendo la tele y podía dedicar esas escasos miradas a la pantalla durante mi paso por la habitación. Fácilmente esta situación de servidor sin ver la tele sucede desde 2005. Quizá incluso desde antes. 

Vivía yo muy feliz de esta guisa, sin preocuparme de las estupideces que se vertieran en la tele. Y sobre todo sin tragar anuncios. Pero, hete aquí que cae uno enfermo de un virus intestinal que lo deja para el arrastre durante varias semanas y no tiene uno ganas de hacer nada y para colmo hace tanto calor que no apetece exponerse al calor adicional de encender el ordenador. Es entonces cuando empiezas a ver de nuevo la tele y aceptas sin demasiadas reticencias debido a la situación, de nuevo ver anuncios y programas con continuas interrupciones absurdas con anuncios repetitivos.

Esta es una de las cosas que más me han llamado la atención. Porque no recordaba que los anuncios fuesen tan machacones. Ya que, literalmente, en cada pausa repiten con bastante fidelidad la misma secuencia de anuncios uno tras otro; hasta en punto de que,  en programas largos se puede decir que hay más tiempo de anuncios que de programa en algunos casos. Por suerte eso solo sucede en los programas de más audiencia y no en toda la programación de televisión. Pero los anuncios son machacones y repetitivos en todos los canales sin distinción. Otra cosa que me ha sorprendido bastante es constatar que sin importar qué canal sintonices, encuentras programas supuestamente de opinión donde hay varios contertulios entre comillas periodistas, cuya única motivación es respaldar con sus opiniones la última absurdez que ha puesto sobre la mesa, vía decreto ley, el gobierno de turno. En este caso, un gobierno supuestamente progresista. Y es que me parece increíble que no haya en alguna parte un canal con un programa donde no les parezca bien todo aquello que ha sacado el gobierno a la palestra vía decretazo. Ningún canal. Cuando antes lo más normal es que hubiese canales en los que había varias opiniones e incluso salían contertulios con visiones encontradas. O bien había canales donde por sus sesgo mostraban cierto grado de desacuerdo. Actualmente los medios tanto escritos como audiovisuales en internet o en la tele se dedican únicamente a repetir o a mostrar su aquiescencia absoluta a las barbaridades, gilipolleces, estupideces de turno que hace o que ordena el gobierno. Y es algo que me resulta muy preocupante. ¿Cómo puede ser que de repente se hayan puesto de acuerdo todos los medios para alabar lo que dice el gobierno? ¿Cómo es posible que como mucho planten un invitado, que haya dicho algo contrario al gobierno, para allí ridiculizarlo y ponerlo a parir? Eso no sé lo que es, pero de lo que estoy seguro es que periodismo desde luego que no lo es. No sorprende comprobar cómo el gobierno dedica grandes sumas de dinero para sufragar tal sumisión y aquíescencia. Para que los medios, en lugar de realizar un servicio y constituirse en el cuarto poder, se transformen en meros mercenarios asustaviejas y desesperados procuradores del consenso popular. Vergonzoso. De denunciantes y forjadores de opinión a meros mamporreros de un régimen cada vez más autoritario en su cada vez más patente empeño por darnos por culo.

Comentarios

  1. Amén. La asimiliación ya ha comenzado ... "La resistencia es fútil" (borj dixit).

    Mejórate tío, hay gente que te sigue. Y edita más a menudo joder.

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  2. El toro tv y trece son los únicos que critican al gobierno. También los que tienen menos anunciantes, jajaja

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