No sé muy bien qué pensar de Venezuela. Nunca he cruzado el charco y ni siquiera he tenido en mi vida inquietud por conocer algo de allí, como si que tengo de otros países, como China, Egipto, Japón, Reino Unido, Francia y tantos otros. Seguramente Venezuela tiene muchas cosas interesantes. Y desde luego con esta introducción no pretendo mostrar ningún desprecio. En absoluto. Simplemente ilustro mi desconocimiento. Igual que desconozco lo que Venezuela tiene que ofrecerme a nivel cultural o turístico, reconozco que tampoco sé realmente qué es lo que está pasando allí; o qué ha pasado en los últimos veinte o treinta años; ni en los últimos cien. No siento ninguna afinidad especial con ese país, como tampoco hay en mi interior acritud o animadversión alguna. Venezuela para mi, ni fu ni fa. Escribo este artículo porque quiero poner las cartas sobre la mesa, para mi mismo y para el posible lector que aterrice en este blog. No se trata del típico relato de admiración o detracción, sino si...
Legere cum grano salis